La calidad del aire es uno de los diez parámetros con los que la certificación WELL v2 garantiza la salud y el bienestar en los espacios de trabajo. A través de diversas estrategias, que incluyen, desde la reducción del formaldehído a menos de 27 ppb, a la separación, mediante puertas y/o vestíbulos de cierre automático, de los baños, cocinas, cuartos de limpieza y almacenamiento de productos químicos, salas con impresoras y copiadoras de alto volumen y áreas de alta humedad, de todos los espacios adyacentes ocupados regularmente, la certificación apuesta por un entorno laboral innovador y respetuoso con las personas que lo habitan.
Si pasamos cerca de un 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados, del cual aproximadamente un tercio transcurre en nuestro lugar de trabajo, resulta imprescindible crear entornos laborales sostenibles y saludables. Desde la construcción del propio edificio, a la distribución del espacio y el mobiliario, o la forma de organizar el trabajo, todo influye en un entorno donde, junto a aspectos como el agua, la nutrición, la iluminación, el movimiento, el confort térmico, el sonido, los materiales, la mente o la comunidad, la calidad del aire juega un papel fundamental. De hecho, un nulo o mal tratamiento del mismo puede afectar muy negativamente a la salud de los trabajadores.
La calidad del aire interior de los edificios viene determinada por variables como la compartimentación, el diseño del sistema de ventilación/climatización, las condiciones en que éste trabaja y se revisa, o la presencia de fuentes contaminantes. Por ello, y para asegurar la salud y el bienestar, resulta imprescindible mejorar la filtración y la ventilación, así como monitorizar y medir el aire interior. Otro factor relevante es el confort térmico, que depende del equilibrio entre la actividad física, la vestimenta, la humedad relativa, la temperatura y la velocidad del aire. Una ventilación y temperatura adecuadas al trabajo realizado y el espacio físico donde se realice, aumentarán el confort y rendimiento de sus ocupantes.
Los materiales utilizados en la construcción del edificio, así como el entorno donde se ubica –rural, industrial o urbano–, influyen directamente en la calidad del aire de los espacios ventilados mecánicamente. En ellos, el aire resulta de una mezcla del aire exterior que se introduce –de forma controlada, a través de los sistemas de ventilación y/o climatización, o libre, por puertas y ventanas– y el aire interior que se recircula.
Para garantizar una correcta calidad del aire en el interior del edificio, es importante tener en cuenta de si se trata de una oficina cerrada, donde es más fácil disponer de un control personalizado del sistema de ventilación/climatización, o un espacio abierto o separado por mamparas. Además de una correcta situación de los difusores y retornos, que garantice que el aire limpio recorre todo el recinto antes de ser extraído, es fundamental que el sistema pueda regularse en verano e invierno.
Independientemente de los sistemas de ventilación y climatización mecánicos, resulta siempre recomendable disponer de ventilación natural, a través de ventanas correctamente distribuidas, que se abran con facilidad y cuenten con la adecuada protección solar. De hecho, los ambientes de trabajo que no disponen de ventilación natural y se mantienen cerrados para conseguir un mayor rendimiento del sistema de aire acondicionado están más expuestos a contaminantes.
Uno de los compuestos orgánicos básicos más importantes de la industria química es el formaldehído, un COV que a temperatura ambiente se comporta como un gas incoloro. Presente en nuestro entorno más cercano a través de materiales como la madera prensada, la tapicerías o los materiales de construcción de paredes y techos, ha sido clasificado por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer en perjudicial para la salud, aunque actualmente no representa un peligro real donde esté instalado.
Eliminar el formaldehído de su mobiliario es una de las apuestas de Actiu, en línea con sus valores de bienestar y sostenibilidad, y con los parámetros de la certificación WELL v2, que penaliza su presencia. Por ello, la empresa fabrica ya todos sus productos con melamina 100% libre de este agente tóxico. Se trata de una medida pionera Europa, que además supone una importante diferenciación de la firma con respecto a su competencia, al convertirse en el único fabricante que lo incorpora en toda su oferta de melaminas de forma normalizada.
La medida surge como respuesta a la presencia de la firma en EEUU, donde, desde marzo de 2019, la Normativa estadounidense de Control de Sustancias Tóxicas (TSCA) ha establecido la obligatoriedad de utilizar sólo tableros de partículas (aglomerado, MDF,…) certificados con 0% de formaldehído. Actualmente está implantándose en EEUU, el mercado más competitivo del mundo y donde es fundamental cumplir con esta normativa. Sin embargo, Actiu –que cuenta ya con certificados que garantizan la calidad de sus tableros aglomerados (PB) y tableros DM (MDF)– ha decidido unificar toda la melamina ofertada con 0% formaldehido.