El cristal es la parte más sensible de la ventana. Tradicionalmente, no solo está formado por un material más delicado que el de la perfilería, sino que también es por donde se puede producir un mayor intercambio de temperatura y ruido entre el interior y el exterior.
Por ese motivo, se han desarrollado distintas técnicas para reforzar diferentes aspectos del cristal de la ventana, como su capacidad de aislamiento térmico y acústico, y también su seguridad tanto para evitar accidentes como allanamientos que se puedan producir.
Elegir un cristal de ventana u otro dependerá principalmente de las necesidades que queramos cubrir, qué función va a tener o dónde va a estar colocada. Por ello, se recomienda consultar con nuestros profesionales para barajar las distintas posibilidades que hay y ver cuál es la que mejor se adapta a cada tipo de proyecto.
Tipos de cristales para ventanas
Existen distintos tratamientos que se pueden aplicar al cristal para reducir su transmitancia térmica (valor U), es decir, que la temperatura del interior de la vivienda no se vea tan afectada por la del exterior.
Una manera clásica de aumentar el aislamiento térmico del cristal es utilizar varias láminas de vidrio, dejando una cámara de aire o de algún gas como el argón entre una y otra, de modo que se corta la transmisión térmica. Cuanto mayor sea el grosor del cristal y la distancia entre uno y otro, menor será su valor U y, por lo tanto, mayor aislamiento proporcionará.
Las ventanas con doble o triple acristalamiento no solo dificultan la transmitancia térmica, sino que también evitan que se puedan oír ruidos del exterior en la vivienda
A ese sistema muy extendido de utilizar distintas láminas de cristal y una cámara intermedia para romper la transmitancia térmica, se puede añadir una opción que ofrece un aislamiento hasta tres veces mayor que el que ofrece una ventana con doble acristalamiento: el tratamiento aislante reforzado. Estos cristales están compuestos de vidrio bajo emisivo, el cual, además, puede llevar un filtro de control solar.
Vidrios con tratamiento Aislante Térmico Reforzado (ATR).
Vidrio con tratamiento bajo emisivo
Este vidrio bajo emisivo se utiliza en las ventanas con doble acristalamiento. A uno de los vidrios se le agrega una capa bajo emisiva, que reduce la transmisión luminosa (la luz que llega al interior de la vivienda). Explicado de manera gráfica y básica, gracias a este tratamiento, es como si la luz “rebotara” en el cristal.
Vidrio con control solar
A los vidrios bajo-emisivos se les puede añadir un tratamiento de control solar, que reduce notablemente la radiación solar. El vidrio con control solar filtra los rayos solares de manera que permite la entrada de luz, pero limita el calor y evita los incómodos reflejos producidos por el sol, lo que aumenta el confort en el hogar. Estos vidrios bajo-emisivos con control solar están recomendados especialmente para ventanas con orientación este en climas cálidos y soleados, ya que están muy expuestas a la luz del sol.
Estas mejoras en el cristal ayudan a aumentar la eficiencia energética en el hogar, ya que no necesitaremos utilizar tanto la calefacción o el aire acondicionado, con lo que no sólo contribuiremos a la sostenibilidad del medio ambiente, sino que también ahorraremos en la factura de luz y/o gas.
Cristales de seguridad
Existen distintos tratamientos para aumentar la seguridad del cristal. De hecho, hay diferentes niveles, desde los cristales de seguridad física -pensados para que no se rompan ante un pequeño golpe- hasta los cristales antibala.
Vidrios laminados
En general, en cuanto a ventanas, cuando se habla de cristales de seguridad, nos referimos a cristales laminados. Estos cristales, también conocidos como antirrobo, utilizan vidrio laminado, que está compuesto por varias láminas de vidrio unidas con una capa adhesiva, normalmente de PVB (butiral de polivinilo), que es muy resistente. Cuando estos cristales sufren un golpe, no se rompen del todo, sino que los fragmentos se quedan pegados; se agrietan, como si fuera una tela de araña, pero los trozos no caen. Esto hace que se eviten cortes y también que sea muy difícil hacerles un agujero.
Además de tener mayor resistencia y ser muy seguros, los cristales laminados cuentan con otras ventajas. Al llevar plástico en la composición del vidrio, aumenta su aislamiento térmico y acústico. Aunque son completamente transparentes, su tratamiento ayuda a mitigar los efectos de degradación del color causados por la exposición a la luz solar; es más, este tipo de cristales protegen incluso contra los rayos ultravioletas en hasta un 95%.
Cuando nos encontramos con un cristal de ventana laminado, a la hora de expresarlo se duplica el valor del grosor de la lámina. Por ejemplo, podemos encontrarnos con una ventana con un 4+4-16-6, lo que quiere decir que el vidrio de la parte interior es laminado (4+4).
Vidrios templados
Son similares al vidrio laminado, pero reciben un tratamiento distinto que hace que, ante un impacto fuerte, se rompa en pedazos irregulares y muy pequeños. Es un vidrio muy resistente, pero en caso de que se llegue a romper, evitan que se produzcan grandes lesiones; por este motivo, mientras que el vidrio laminado es común para el cristal de la ventana, el vidrio templado suele utilizarse más en paredes acristaladas o puertas de terraza.