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Bañeras exentas: funcionalidad y autocuidado

Breve historia de la bañera

En el siglo XVIII, las ideas ilustradas contribuyeron a la popularizaron de las bañeras tal y como las conocemos en la actualidad. Hacía finales de siglo XIX, la bañera, siempre exenta, se conectó a la red de agua corriente convirtiéndose en un elemento fijo. Con la modernidad, llegaron las primeras bañeras empotradas y también los platos de ducha que, impulsados por la funcionalidad y la reducción del tamaño de las viviendas, fueron ganando terreno en las casas de la segunda mitad del siglo XX.

Líneas puras

Ahora, las bañeras exentas vuelven a ser tendencia. Antídotos ante una realidad frenética, las firmas de decoración las adaptan a las necesidades y gustos del presente: ni necesariamente grandes, ni necesariamente retro. Por un lado, bañeras minimalistas con siluetas rectangulares como las propuestas por Galassia.

Esta corriente convive con otra en la que se plantean formas ovaladas y más orgánicas, y que es posible encontrar en marcas como la propia Galassia, Cielo o Rexa.

Reinventar el ofuro

Por otra parte, y poniendo distancia con los tradicionales diseños barrocos europeos –bañeras grandes y con patas a lo Maria Antonieta– los fabricantes actuales de sanitarios miran a oriente –referencia en lo que a cuidado personal se refiere–, y buscan actualizar el ofuro, la tradicional bañera japonesa, con forma redondeada y más alta, y que remite a un tanque de agua. Dicha fórmula, de dimensiones más reducidas, permiten incluir bañeras en baños pequeños.

La marca Hidrobox cuenta en su catálogo con el modelo Space, que nos remite a los antiguos hogares del país del sol naciente pero con texturas lisas y acabados en blanco. También el modelo Tub de Nic Design, una versión cuadrada del ofuro.

Toda la colección de bañeras disponible en la web de Singular.

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