Pese a que el aluminio no es un material que se pueda extraer directamente de la naturaleza, sino que necesita un proceso de elaboración que es bastante costoso, la gran ventaja que tiene es que cuenta con un ciclo de vida ilimitado. Con un mínimo mantenimiento, mantiene sus propiedades incluso después de ser procesado. Esto quiere decir que cualquier producto hecho de aluminio puede ser reciclado.
El aluminio es 100% reciclable, por lo que se puede obtener de múltiples fuentes: latas, piezas de coche, papel de aluminio, marcos de bicicletas, etc. Cualquier cosa hecha de aluminio es una fuente interminable de este material. Según el Instituto Internacional de Aluminio, desde el año 1880 se ha producido en el mundo cerca de un billón de toneladas de aluminio, y de ellas, tres cuartas partes siguen utilizándose hoy en día.
El aluminio se utiliza principalmente en edificios y estructuras, aunque su uso está bastante repartido: alrededor del 35% en edificios y estructuras, un 30% en cables eléctricos, un 30% en transporte y el resto en varios. Sin duda, uno de los elementos de los edificios que más se benefician del uso del aluminio son las ventanas.
La fabricación de ventanas de aluminio está muy consolidada, puesto que hace décadas se convirtió en una opción muy popular por su durabilidad y bajo coste. Con el tiempo, las demandas de eficiencia energética en los edificios obligaron a buscar fórmulas que paliasen el que seguramente sea el mayor problema del aluminio en las ventanas: es un alto transmisor térmico, es decir, que cambia de temperatura muy rápido.
En teoría, por las características del aluminio, los marcos de las ventanas dejarían pasar el frío o el calor del exterior al interior del hogar. Por supuesto, no es el caso, ya que en la fabricación de una ventana de aluminio se incluyen sistemas de aislamiento térmico que suplen sobradamente esa capacidad de transmisión térmica del aluminio.
Se utilizan principalmente sistemas de rotura de puente térmico que consisten en crear un circuito entre la parte exterior e interior del marco de la ventana. Ese circuito está hecho con materiales que son bajos transmisores térmicos, como los plásticos, y tiene agujeros, se forman huecos que se rellenan de aire u otros gases, los cuales impiden que entre el frío o el calor y mantienen la temperatura del hogar.
Ventajas de las ventanas de aluminio
Las ventanas de aluminio cuentan con altas calidades y garantías que convierten a este material en una gran elección.
El aluminio es un material ligero y, por lo tanto, fácil de manejar. Además, es muy resistente y apenas necesita mantenimiento. Las ventanas de aluminio no se parten, ni se hacen grietas, ni se corroen o deforman con el tiempo, ni siquiera en condiciones climáticas muy adversas.
En el caso de que fuera necesario reforzar estas características, el aluminio tiene la ventaja de que se puede alear fácilmente con otros materiales. Por ejemplo, la fuerza del aluminio aumenta en un 20% simplemente por añadirle magnesio. Además, esta facilidad de aleación hace que case muy bien con materiales como la silicona, lo cual es muy útil en el proceso de fabricación de las ventanas de aluminio.
Podemos decir que las ventanas de aluminio son muy prácticas, pero es que, además, son muy versátiles. Así, este material se puede utilizar tanto en ventanas muy funcionales como en gamas de alto diseño. Cubre todo tipo de necesidades.
Es muy fácil trabajar con el aluminio, lo que permite fabricar marcos completamente personalizados, y también se puede utilizar en elementos decorativos. Las ventanas de aluminio se pueden producir en diferentes tamaños, modelos o estilos, y todas contarán con las ventajas que ofrece este material.
Cómo se hacen las ventanas de aluminio
El proceso de fabricación de las ventanas de aluminio es bastante sencillo. Esto, sumado a que la mayor parte del aluminio que se utiliza es un material reciclado, hace que sean ventanas bastante económicas.
Por lo general, en la fabricación de una ventana de aluminio se utilizan barras prefabricadas de distintos tamaños que se pueden recortar a la medida que se necesite. En el caso de que no fuera una ventana cuadrada o rectangular, estas barras se pueden doblar para darles la forma deseada, por ejemplo, redonda u oval; esta maleabilidad es una de las grandes ventajas del aluminio, ya que no se da o no es tan fácil de conseguir con otros materiales.
Una vez estén cortadas las barras de aluminio, se realizan las marcas para el ensamblaje o la incorporación de distintas aplicaciones; por ejemplo, se quita una parte de las esquinas que luego se unirán para formar el marco de la ventana, o se agujerean los sitios donde se incorporarán los tornillos.
Cuando están preparados los componentes del marco, se ensamblan para dar la forma a la ventana. Para el montaje se suelen utilizar tornillos de acero inoxidable, y silicona para las juntas.
En la actualidad, para mejorar el aislamiento térmico y acústico (aunque esto dependerá de dónde se vaya a colocar la ventana), es habitual fabricar ventanas de aluminio con doble cristal. Así pues, cada uno de los marcos (el exterior y el interior) se recubre por la parte interior con la cantidad exacta de silicona para pegar el vidrio, y se coloca el cristal previamente cortado a medida. Después se unirían ambas partes, situando entre ambos marcos, como explicábamos antes, el sistema de rotura de puente térmico.
Lo único que quedaría por hacer es incorporar la ventana al marco que previamente se ha incrustado en la pared. Esta incorporación depende del tipo de apertura de la ventana -fija, abatible, corredera, etc.